Prólogo

Ante todo, quiero dar las gracias al profesor Pedro Arrojo por el magnífico texto que me ha regalado y que ha enriquecido el texto. No solo por la calidad de sus líneas, que también, sino por la gran receptibilidad del profesor, uno de los mayores conocedores de los problemas sobre el agua a nivel mundial, reconocido como tal en su empleo de relator especial de las Naciones Unidas para los derechos humanos al agua potable y al saneamiento.

Con la lectura de sus páginas, las siguientes se visten con mayor valor. Públicamente quiero agradecer su gran generosidad, aquella por la que presta su prestigioso nombre y crédito sobre el tema, para poner más en valor el trabajo que sigue.

Es necesario explicar.

Hace poco más de año y medio publiqué “El Agua. Cuando por Santa Bárbara truena”. La segunda edición fue en marzo de 2024. El trabajo aborda de manera sencilla, aunque muy argumentada, los desfases, más que evidentes, entre el agua que se gasta en España y la que podría utilizarse de manera sostenible. El estudio, también quiere concretar en qué sectores la usa, de qué manera, si se dilapida o ahorra y cómo se puede revertir, mejorar o equilibrar la situación de un elemento tan crucial en un país seco y con el cambio climático de por medio.

Creo que acogida y resultado fueron excelentes. La acogida, en todos aquellos sitios, una quincena, que pude presentar con ayudas de asociaciones ˗ausentes las instituciones o medios informativos˗ fue fantástica. El resultado, tras el reposo obligado del tiempo, creo que satisfizo el objetivo inicial.

Meses después, percibí que se quedaba cojo el estudio. Faltaba insertar este trabajo dentro de la realidad agroganadera española.  Complementándolo, se explicaría mejor las dos variables: el agua y una estructura agro-ganadera muy distinta a la publicitada.

Día tras día, desde los medios, incluso desde las Asociaciones y Organizaciones agrarias, como poco desde una parte, se explica que agricultores y ganaderos son autónomos con limitada capacidad económica y que, por lo mismo, están en inferioridad de derechos ante otro pilar de la estructura: la comercialización.

Este trabajo, una especie de segunda parte del libro “el Agua”, nace intentando averiguar si esta premisa es cierta en su totalidad, falsa al completo, o si la estructura económica del sector primario, el agroganadero, ha cambiado sustancialmente comparada con la de los años setenta/ochenta del siglo pasado.

Y de eso trata en especial. Primero, nos asoma al conocimiento específico sobre la sostenibilidad del agua, en concreto en España. Otro capítulo aborda el gasto pormenorizado, histórico y económico de ese bien en un espacio determinado, en la provincia más estresada de todas en el tema hídrico: Almería.

Las conclusiones del capítulo nos ponen sobre aviso acerca de la posible similitud, con mayor o menor virulencia, sobre el gasto y la estructura económica agraria. Nos coloca en la dirección adecuada para entrar en el meollo del libro: en nuestro país, ¿cómo es y cómo se presenta la estructura económica del sector agrario?

Las conclusiones son meridianas, transparentes, al menos bajo mi punto de vista. El sector ha variado, y mucho, respecto a los pilares que lo sostenían al comienzo de la transición.

El trabajo lo completa un breve estudio, ilustrativo, sobre la PAC. Ensayo que retrata los grandes males del sector y los grandes parecidos con lo que se podría llamar, generalizando y sin concretar individuos, prácticas corruptas relacionadas con las subvenciones.

Al terminar, leyéndolo de nuevo, creo que ayuda a percibir este cambio crucial en el sector, con verbo sencillo, argumentación clara y fehaciente no exenta de rigor. Necesaria su lectura para entender mejor la sectorialización del sector agrario, de la parcela alimenticia, del sector ganadero, de sus excesos en los consumos de agua, de las distorsiones que se pueden dar en las peticiones o manifestaciones. Algunas veces, poco o nada que ver con lo que piensa el espectador/ consumidor, cualquier ciudadano/a asistente como público a tales representaciones.

Aporta su grano de arena sin renunciar al lema de esta colección “Cuadernos para el debate”: contrastar.

Carlos Tundidor

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